jueves, 31 de octubre de 2013

Paisajes con figuras (2006)



Pues bien, los Paisajes con figuras  vinieron a darme la libertad de hacer paisajes. Cuando yo comencé a pintar hacer paisajes era sinónimo de hacer pintura comercial. Recuerdo que uno de esos pintores me comentaba que él no ponía figuras en el paisaje porque si lo hacía se acabó vender. Incluso un pastor o agricultor o leñador pequeñito en el horizonte alejaba a los posibles compradores.
Así que eso y los bodegones y los retratos eran, como decía, cosa de pintores comerciales. Y aquí va una breve aclaración: pintor comercial no es el que vende sino el que hace cuadros con el fin supremo de venderlos, sean éstos como sean. Normalmente un artista que pinta lo hace como puede, lo que le sale, lo que necesita. Y luego los lleva a una galería u otro tipo de sala para que se cierre el círculo, o sea que los vean, dialoguen con ellos, los disfruten, los aprehendan los espectadores que lo tengan a bien. Y, por supuesto, le gustaría venderlos, claro, porque sería la manera de financiar su vida o, al menos, la próxima obra. En cambio un pintor comercial pinta lo que cree que va a vender sea esto lo que sea.
Ya sé que en un mundo tan materializado  es difícil de comprender e incluso de creer que alguien haga algo que le ocupa la vida entera sin un fin prosaico. Pero en todos los ámbitos artísticos sucede: en la poesía (evidentemente), en la música (sea esta culta o popular), en la novela, en la escultura, en el cine, etc.
Siendo, como era, un aprendiz se me metió en la cabeza que eso de hacer paisajes o bodegones o retratos no me convenía si quería ser un artista.
Hacia mediados de los 90, después de varias peleas con mis prejuicios, me atreví, porque no quería pertenecer a una ortodoxia ya fuera ésta antigua o moderna. Ya a mediados de los 80 comencé a pintar retratos (Reiteraciones y manipulaciones; Ni son todos los que son, ni están todos los que están; Retratos de la diversidad). Pero hablaba de los paisajes: y al realizarlos no olvidé lo de las figuras, las saqué del paisaje y las puse al lado. Era como una broma conceptual. Para las figuras usé imágenes de The Human figure in motion del gran fotógrafo Eadweard Muybridge que trabajó con el movimiento en el último cuarto del siglo XIX. Y los paisajes, pues eso, paisajes heterogéneos, bonitos, pillados aquí y allá.
A mí me gustó mucho hacerlo. En varias exposiciones en la que estuvo la serie no se vendieron, ni uno sólo (¿las dos mujeres bailando quizá?). Luego, afortunadamente, se han ido yendo del estudio algunos.
























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