miércoles, 17 de julio de 2013

Vocación mundicéntrica 2. 2010



Otro breve texto que reflexiona sobre mi trabajo, escrito también hace tiempo. Y unas fotos de la muestra que hice de las obras que hay en la entrada anterior.

 Mi obra tiene vocación integral (en el sentido que le dan al término Clare Graves, Don Beck, Christopher Cowan y Ken Wilber, entre otros), es decir, inclusiva, postconvencional. En contraste con algunas tendencias que, aún hoy, se emponzoñan en la superficie y excluyen a todo lo que no se atañe a su método yo, en general, pretendo darle su mayor importancia al contenido, a los nutrientes (que diría Bill Viola), y no sólo al vehículo. Y para ello utilizo varias técnicas, varios soportes, que me permiten acercarme a las preguntas que me hago en mi labor artística. Manejando la incertidumbre, que es lo contrario de la certeza (aviso, con perdón, para despistados; ya sabemos que las palabras están un poco gastadas), incluso en los materiales que utilizo.

Tanto en el arte como en la vida intento ese rumbo integral, mundicéntrico, no excluyente. Por eso como espectador de arte admito a priori todo, sin prejuicios (no quiero que los árboles me tapen el bosque, o que las modas –u otros conceptos o manejos extraños al arte- me priven de ver, para ser más precisos). No influye en mí el tipo de técnica utilizada, el soporte, el estilo, etc.: todo eso que yo llamaría la piel y que tanta importancia tiene para algunos. Creo que cualquier limitación es perjudicial para la aprehensión de cualquier cosa y, más aún si cabe, del arte. La apreciación es bueno que sea, según mi criterio, desde una óptica omni-nivel, teniendo en cuanta todas las posibles formas de mirar. Como receptor necesito acercarme a la obra de arte sin la lección aprendida, dentro de lo posible; no dejándome obnubilar, dentro de lo posible, por el “traje nuevo del emperador”, ya sabes, invisible, o para ser más exactos, inexistente. Estoy un poco cansado de tanto “retablo de las maravillas”.

Así que, como artista, me doy la misma libertad. Aunque el medio fundamental que utilizo y he utilizado a lo largo de mi vida artística sea la pintura sobre diversos soportes,he ido acercandome a la performance, al collage, a la escultura y, desde 1987, a las llamadas nuevas tecnologías para realizar pequeñas películas, componer/interpretar música y ejecutar obras digitales basadas o no en fotografías previas. De la misma manera, tiendo a no encuadrarme en un estilo o tema determinado, no por nada, sólo por evitar el aburrimiento; y porque, creativamente, las cosas que me salen necesitan unas coordenadas u otras en las que moverse.

Esa es la grandeza  que disfrutamos los artistas en el siglo XXI: la libertad legada por los artistas del siglo XX. Una herencia, la autonomía, que sin embargo aún nos tenemos que merecer, arriesgándonos a la liberación, dándonos permiso para ser independientes. Y permitiendo que todos los demás lo sean, sin exclusiones, sin excepción ninguna.














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